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15 agosto, 2012
04 agosto, 2012
LEONES
LOS LEONES DE AL-RASSAN
GUY GABRIEL KAY
De la mano de uno de los autores más
reconocidos de la literatura fantástica, esta novela, ambientada con gran cuidado
en el Al-Ándalus de la España medieval, nos evoca con maestría la figura de
Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. En ella, disfrazadas con la pátina de un mundo
imaginado, se nos muestran las tres culturas que convivían en aquella época de
la mano de los hombres, mujeres y niños que pueblan sus páginas.
Kay hace gala de sus extraordinarias dotes
narrativas para trasladarnos a unos paisajes conocidos y a la vez camuflados en
las tierras de Al-Rassan. Pero donde destaca con una fuerza innegable es en la
creación de sus personajes, que resaltan de una forma increíble desde las
primeras páginas. Los tres protagonistas principales eclipsan con unas
personalidades arrolladoras a todo un universo de personajes secundarios que,
aunque formen parte de la historia en menor medida, no por ello carecen de una
personalidad propia y de un relieve que nos hace verlos como personas reales
más que como elementos de una novela.
En esa capacidad para desarrollar y dar
profundidad a los personajes se cimenta la extraordinaria calidad de este autor
canadiense. Con su prosa cuidada, exquisita y fluida, nos captura de tal forma
que nos vemos sumergidos en una historia apasionante, llena de escenas emocionantes
y memorables que hacen que disfrutemos la lectura de esta novela con verdadera
pasión.
Sus diálogos lúcidos, inteligentes y cuidados
nos conducen por las relaciones sentimentales de tres personas que se ven envueltas
en una historia de aventuras y política, cruel y a la vez tierna, que se va
desgranando poco a poco, y que va avanzando a través de episodios de un
dramatismo tan bien realizado que nos sobrecogen el alma en más de una ocasión.
Todo esto, que parece encaminado a hacernos
pensar que estamos ante una de las mejores obras de la literatura que podríamos
encontrar, se viene abajo en las últimas páginas de la novela. En ellas, el
cuidado hilo argumental se frena en seco, desaparece. Y cuando pensamos que
estamos acercándonos al nudo de la novela, ésta termina bruscamente. En el
último capítulo y en el epílogo destroza literalmente todo lo conseguido hasta este
momento. Ahí ya no hay novela. Ahí hay
una simple enumeración de hechos, sin mucho sentido, que culmina en una
situación absurda que es el epílogo.
Han sido 440 páginas gloriosas, de las
mejores que he leído jamás en cualquier tipo de literatura, tanto en las
descripciones, como en los diálogos y en la trama argumental, pero la forma de terminar la novela es algo
que escapa a mi comprensión de lector. No sé si se cansó de escribir esta
historia, si se vio presionado para no alargarla al doble, que es lo que habría
requerido, o si pensaba convertirla en una saga y se arrepintió. Fuera lo que
fuese lo que le pasó por la cabeza cuando escribió las últimas 35 páginas, más
valdría que no hubiese pasado. Es una verdadera pena.
Pocas veces en mi vida he cogido una novela
con tantas ganas como esta. Esto era debido a la curiosidad que
tenía por ver como había enfocado una especie de adaptación del mito del Cid
uno de los autores que más respeto en la literatura fantástica.
El libro, con sus casi 500 páginas, prometía
dar cumplida satisfacción, y nada más empezar a leerla, cuando me sumergí de
lleno en su prosa rica, fluida y evocadora, empecé a relamerme como un gato
goloso. Aquello parecía que no me iba a defraudar nada. Todo lo contrario.
Conforme avanzaba, el paisaje se desplegaba
ante mí, y casi me parecía estar oliendo los perfumes embriagadores de los
jardines de La Alhambra, o el aire seco y dulce de la estepa castellana, con
los rastrojos recién segados. Porque Kay, aunque cambie el mapa, y cambie los
nombres, sabe pintarnos de tal manera cualquier geografía que hace que cada
rincón sea perfectamente reconocible.
Y en esas tierras de Al-Rassan, con una
maestría que hace que cada palabra sea una pincelada en un retrato
increíblemente vívido, los personajes se mueven solos, cobran vida propia, e
interfieren unos con otros con unos diálogos magistrales, que te llegan muy
adentro, haciendo que vivas cada sentimiento, cada emoción, y cada pensamiento.
En especial los tres protagonistas, uno de cada una de las tres culturas que
poblaban la península en aquella época y que el autor es capaz de recrear en un
mundo en paralelo con una habilidad realmente increíble. Pero no solo ellos
destacan del papel y cobran vida, sino que cada uno de los seres que
pueblan esta novela están vivos, son personas, perfectamente reales y creíbles.
La novela progresa, avanza bien, directa, con
una trama argumental bien llevada. Compleja e interesante, da lugar a unas
situaciones y unas escenas memorables. Te hace llorar, te hace reír, te
emociona, porque Kay es un verdadero maestro a la hora de hacerte sentir en la
piel de sus personajes.Vamos avanzando, capítulo a capítulo. La trama se va
desarrollando ante nuestros ojos, y se va complicando. Llegamos a la página
400, queda muy poco. Y te plantas. Frenas en seco. Piensas que no puede ser,
que es una novela auto conclusiva, o por lo menos así te la han vendido. Pero
piensas que en menos de 100 páginas esto no se resuelve. Eres lector avezado y
sabes lo que es una novela y una trama argumental. Ni siquiera ha avanzado por el nudo, mucho menos se ha llegado al desenlace. Y las páginas se acaban, cada
vez quedan menos. Continúas. Página 440. Hasta ahora has disfrutado de una de
las mejores novelas que has leído en tu vida, sea del género que sea, y has
pasado por un punto de un dramatismo increíble, que te ha tenido con el corazón
en vilo. Se ha solventado de una forma demasiado convencional. Bueno, veremos
qué pasa a continuación, como lo soluciona.
Sigues leyendo, y cuando acabas de leer las
últimas 35 páginas, porque eso es lo que te queda de la novela te dices: no es
posible. No me lo creo. Vuelves a leerlas, alucinando.
Y compruebas, con enorme desaliento, como un
autor puede destrozar y cargarse una de sus mejores obras en tan poco tiempo.
En esas 35 páginas, no hay novela, no hay libro, no hay narración. Solo hay una
correlación de hechos sin sentido, contados de mala manera, para dar fin cuanto
antes a una gran obra que había cogido una magnitud quizá no deseada
por el autor, pero indudablemente deseada por cualquier lector. Y del epílogo no
hablo, casi lloro.
Ángeles Pavía
FICHA TÉCNICA
Título: LOS
LEONES DE AL-RASSAN
Autor: GUY GABRIEL KAY
Editorial: LA FACTORIA DE IDEAS
Páginas:477
ISBN: 84-9800-464-9
Género: Novela / Fantasía Épica
01 agosto, 2012
AVENTURAS DE UN SOLDADO
Jaroslav Hašek
El
28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona
imperial austríaca fue asesinado en Saravejo por un nacionalista serbio dando
comienzo en la práctica, la Primera Guerra Mundial. Ese mismo día comienza
igualmente Las aventuras del valeroso soldado Schwejk, libro que narra
las aventuras (y desventuras) del soldado Schwejk en esta contienda.
La Primera
Guerra Mundial supuso el comienzo real del siglo XX, que hasta 1914 había
continuado con la dinámica del siglo anterior. Los horrores de una guerra
deshumanizada que afectó tanto a civiles como a militares, el nacimiento de la
Unión Soviética y las revoluciones consiguientes. los fascismos, la
tecnificación de la sociedad son sólo algunos de los nuevos rasgos que
definirán este siglo. Pero también, la Gran Guerra supuso el fin de una época,
de un modo de entender las relaciones internacionales, la estructura de los
estados, etc. Nada como el final del Imperio Austrohúngaro ejemplifica mejor
este derrumbe. La monarquía austriaca agrupaba diferentes nacionalidades
(checos, bohemios, húngaros, austriacos, ..) que ya desde finales del siglo XIX
trataban de abrirse paso y consolidarse como realidades jurídicas
independientes y soberanas a todos los niveles, tanto cultural como político.
Por
ello no es de extrañar que el comienzo de la guerra fuera acogido con tremendo
desentendimiento por parte del pueblo checo, que se vio inmerso en un conflicto
con el que nada ganaba y mucho perdía. El reclutamiento obligatorio llevó a
muchos checos a los campos de batalla en defensa de un Imperio con el que no se
identificaban y que usaba como lengua oficial el alemán con claro desprecio del
resto de lenguas nacionales. El propio Hašek participó en la guerra, primero
como soldado del ejército austriaco para desertar posteriormente y pasarse a
las filas rusas donde se integró en una unidad militar formada por desertores checos.
El fin de la guerra trajo consigo la caída del Imperio Austrohúngaro y la
proclamación de la República Checa.
Y es
en este momento, cuando el nuevo Estado comienza a dar sus pasos y la nación
checa aprende a ser libre y dueña de su destino, cuando Hašek comienza a inicia
la escritura de este libro. Los lectores contemporáneos del soldado Schwejk pudieron
disfrutar de la enorme carga política que rezuma la obra. Los mandos del
ejército austriaco son mostrados como maniáticos, borrachos, indolentes,
incapaces o, simplemente, locos; su organización militar es caótica y nada
consigue resultar como se planea: los transportes militares se extravían, la
intendencia es corrupta, la formación de los oficiales es nula, el sistema de
claves es risible y las altas instancias son incapaces de situar la línea del
frente en un mapa. Todo ello es descrito por Hašek bañado por una ironía tal
que, en lugar de rebosar crueldad y ánimo de revancha, destila comicidad.
La
novela se iba publicando por fascículos según iba siendo escrita. Hašek se
instalaba en cervecerías y tugurios sin parar de beber y escribir. Cuando
completaba unas páginas las leía a sus amigos quienes se morían de la risa
según oían las locuras extravagantes del buen Schwejk. Muchos personajes populares
de la Praga de entonces aparecen retratados en la novela (con cariño o saña,
según la estima que les tuviera el autor). Tenderos, panaderos, empleados
públicos, policías, etc, desfilan por sus páginas haciendo que la lectura
actual pierda gran parte del encanto que pudo tener en su día pero dejando una
idea de los tipos populares checos.
En
este ambiente tabernario fue creciendo la historia del soldado Schwejk hasta
comenzar a ser publicada y distribuida de puerta en puerta por el propio Hašek
y ver la luz como libro una vez muerto el autor. De hecho, la obra quedó
incompleta al fallecer éste en 1923 en la población de Lipnice a donde se había
trasladado precisamente para conseguir (sin éxito) alejarse del alcohol.
Muchas
de las anécdotas y gamberradas que se cuentan en el libro fueron hechos reales
de la vida de Hašek. Así, se cuenta la anécdota de un redactor de la conocida
revista Mundo Animal que comenzó a inventar extraños animales como una
ballena del tamaño del bacalao, a cambiar el nombre de los ya existentes o a
imaginar extravagantes descubrimientos del reino animal. Por increíble que
parezca, Hašek fue ese redactor calavera. También Hašek se inspira en sí mismo
cuando describe la actividad de Schwejk traficando con perros que secuestra con
engaños arrebatándoselos a damas descuidadas, falsificando razas o engordando
el pedigrí de perros vagabundos.
Pero
la novela es mucho más que un conjunto de chascarrillos populares y de una
crítica a la vencida armada austriaca. Para los lectores no checos, y para los
que no conocieron los sufrimientos de la Primera Guerra Mundial, el soldado
Schwejk tiene aún mucho que enseñar. Tradicionalmente, esta novela se ha
presentado como una inolvidable sátira antimilitarista. Los lectores ven lo
absurdo de la maquinaria militar, sus métodos alienantes en los que la
violencia de los oficiales con sus soldados es proverbial o cómo los abusos con
la población civil son vistos como normales por la jerarquía militar. Y este
discurso antimilitarista es tanto más meritorio cuanto que, en todo el libro,
sus protagonistas no se enfrentan con ningún soldado enemigo, la violencia
siempre se ejerce dentro de la propia fuerza austriaca, sea en luchas y
disputas entre soldados de distintas nacionalidades, por parte de los oficiales,
etc.
Sin
embargo, el auténtico valor que hace que esta novela sea perdurable y que su
lectura resulte provechosa, al margen de las concretas circunstancias
históricas que la engendraron, es la fuerza de su protagonista. El libro carece
de argumento como tal: Schwejk, bondadoso praguense, aquejado de tontura
como él mismo reconoce y algo mayor para verse llamado a filas, acaba (fruto de
su propia estupidez) enrolado en el ejército austriaco donde pasará a servir a
diversos oficiales y acabará siendo ordenanza de su batallón, ocasionando el
caos allá por donde pase pese a su buena voluntad y a su fidelidad al
emperador.
Acepta
todas las tareas y castigos que le son impuestos, con franqueza (e incluso con
alegría), tratando de consolar a quienes le rodean con anécdotas de su Praga
natal encadenando historias hasta que se le ordena callar.
Fiel
a una tradición literaria que se remonta a Cervantes y a Rabelais, Hašek hace
avanzar toda la obra por la mera fuerza de su protagonista que va saltando de
desastre en desastre sobre un fondo rico en detalles, personajes secundarios,
reflexiones, etc. La obra carece de un plan predeterminado, es pura invención.
Al igual que en las obras de los autores clásicos citados y sus coetáneos, el
humor es la piedra fundamental, un humor ácido que muchas veces se asienta en
el surrealismo. Las borracheras son pantagruélicas, las bofetadas dignas de
gigantes, la locura de algunos oficiales, propia de un caballero andante. Hašek
no busca describir la realidad, pero quiere que el lector la descubra
sutilmente a través de sus palabras. Discernir las grandes verdades que esconde
el discurso del estúpido Schwejk es una tarea que se impone del mismo modo en
que un lector del Quijote se pregunta a menudo quién es el loco.
Schwejk
nos recuerda a Sancho Panza por su figura rechoncha, su zafiedad y su gusto por
la comida y la bebida, pero también por su locuacidad indominable. Donde Sancho
Panza hilvana refranes con la habilidad y rapidez de un chamarilero, Schwejk
recita atropelladamente divertidísimas historias de personajes de su Praga
natal; no hay afirmación que escuche o pregunta que se le formule que no le
remita de manera inmediata a lo que le aconteció a Zarka, empleado de la
estación de gas, o a Tynezkej que había bebido agua de pantano y creía
reconocer a todo aquél con quien se cruzara, o al decano que en su vejez
estudiaba a san Agustín y dedujo que Australia no existía y que era una
invención del diablo.
Pero,
de entre tanta palabrería, uno no puede dejar de admitir que sus juicios son, a
menudo, certeros y dotados de mayor cordura que los de quienes le rodean.
Sancho casi nunca cede a las locuras de su señor, permaneciendo anclado en el
terreno de la cordura. Por el contrario, Schwejk aúna la figura sensata y prosaica
de Sancho con el romanticismo idealista de don Quijote, de ahí que su
personalidad sea tan atrayente y que, en todo momento, debamos preguntarnos
ante qué Schwejk nos encontramos.
El
paisaje de fondo de la novela es muy rico, no sólo gracias a estas anécdotas,
sino en gran medida por los numerosos personajes que siempre rodean a Schwejk.
Muchos de ellos son meras caricaturas, como el teniente Dub, preocupado por el
modo de imponer disciplina a sus soldados pero que siempre termina por quedar
en evidencia, o el gigante Baloun, que pese a su fuerza y tamaño llora
desconsolado si no logra saciar su infatigable apetito. Peculiar resulta
también el voluntario de un año Marek, a quien se le encomienda escribir la
crónica del batallón y que, en sus ratos libres, se dedica a redactar los
gloriosos hechos de guerra del batallón que aún no han tenido lugar. También
lee a sus compañeros cómo morirán heroicamente ante la indiferencia de estos
más preocupados por el tamaño de sus ranchos.
Quizá
el personaje más complejo de todos ellos sea el teniente Lukasch quien soporta
todas las locuras de Schwejk sin apartarle de su lado, sospechamos que siente
por él cierto cariño pese a los insultos que le regala a menudo. A pesar de ser
un militar fiel al régimen imperial, no puede disimular su desprecio por el
resto de oficiales y su incompetencia. También tiene su lado humano cuando
intenta seducir a una hermosa joven casada con un hombre de avanzada edad al
que claramente no ama. Sin embargo, el atolondrado Schwejk se interpondrá
involuntariamente para frustrar el éxito de esta aventura amorosa.
Al
igual que ocurre con otras obras de escritores checos (Yo que he servido al Rey de Inglaterra), los personajes son tratados de
manera humorística y cariñosa al mismo tiempo, de manera que, pese a su
crueldad, parecen completamente inofensivos. Y es en esta tradición, heredera
de la corriente clásica citada anteriormente, en la que debemos enmarcar esta
obra. Su lectura puede resultar tremendamente entretenida pero, entre sus
páginas, de manera casual, nos asaltarán preguntas que alentarán reflexiones
varias sobre muy diversas cuestiones que, sin duda, harán enriquecedor el
esfuerzo de seguir a este esforzado buen soldado Schwejk.
GWW
Datos del libro
- 15.0x23.0cm.
- Nº de páginas: 608 págs.
- Editorial: DESTINO
- Lengua: CASTELLANO
- Encuadernación: Tapa blanda
- ISBN: 9788423325078
- Año edición: 2004
- Plaza de edición: BARCELONA
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